viernes, 25 de julio de 2014

Érase una vez un jefe que se creía Grey

¿Qué pasó el lunes cuando llegué al despacho a  firmar el "despido procedente" que se había inventado? Pues lo que sospechaba, que "se lo había pensado mejor" y que no me iba a despedir, ¡anda, mira! Cualquiera diría que eso estaba planeado para hacerme pasar, lo primero, un fin de semana de depresión y agobios, y ya luego, si eso, se busca la excusa para despedirme. Pero no la encontró, tuvo todo un fin de semana para buscarse una excusa creíble para argumentar un despido procedente y ¡no la encontró!

A este tipo de individuos les encanta tener a sus empleados en constante estado de alerta y que se vayan un día de descanso a la semana no les parece oportuno, así que se encargan de manipularte y tenerte bajo control en tu día libre. Entonces, la estrategia de ignorarlo y desconectar funciona, como puedes ver.

Ya conoces mi mantra: "asentir y callar", y así estuve todo el rato en el despacho mientras él se iba calentando solito al ver que no le respondía ni le intentaba dar explicaciones, para qué, si ya tenía su decisión tomada. No le iba a suplicar clemencia y eso no le gustaba nada. Táctica 1: Nunca suplicar ni pedir perdón por algo que no se ha hecho.

Le dejé crecerse, estaba en su zona de confort, que creyera tener el control de la situación, en ese momento eufórico, las personas cometemos errores por los aires de grandeza y ahí es donde las víctimas debemos de estar atentas. El cazador cazado. Táctica 2: Hacerle creer que tiene el control.

Me explicó que el motivo de despedirme el viernes era darme un escarmiento, sí lo que lees, tal como sospechaba, era una pataleta más, ¡es tan previsible! Dijo que me iba a perdonar (no recuerdo haber pedido perdón), porque tengo que madurar, que soy muy cría, (¿conoces el refrán "Al revés te lo digo para que me entiendas"? Pues es el que sonaba en mi cabeza todo el tiempo).

¿Quién se cree este tío que es para decidir dar un escarmiento a un empleado? Pues eso no lo podemos permitir nunca. Continuó con su juego psicológico: que si estaba sola, que si no tenía familia, que me fuera a otra ciudad... La verdad que cuando empezó en ese plan, decidí apagar los oídos, era necesario si quería seguir adelante con mi estrategia de callar y asentir. Táctica 3: Apagar los oídos ante provocaciones extremas.

Él nunca había conseguido información de mi familia, me encargué de ello, y ahí mostró su debilidad, ansiaba saber si estaba indefensa o tenía una guardia real que me protegiera. Lo que estaba claro es que creía que yo era facilmente manipulable. Recuerda: No dar información de tu vida privada.

Siguió con amenazas varias y que le daba igual lo que yo le "ofreciera" (el sexo fue mencionado en este momento, no se ni por qué me sorprendió).Y su forma de darme un escarmiento no iba a ser darme un cachete en el culo, él iba a usar un método más "efectivo": un expediente sancionador (llámame loca, pero después de lo del sexo y el cachete en el culo, a mi me sonó hasta bien). Quería tenerme pisado el cuello y si no me gustaba su decisión que me fuera, que él me arreglaba los papeles del paro y listo (no entendí esto muy bien). Lo que no cabe duda es que se estaba creciendo por momentos y ¡estaba en toda su salsa!

Era una situación muy violenta y repugnante, pero aguanté todo sin hablar y sin expresar emoción alguna en mi rostro, como si de una estatua de piedra se tratase. En ocasiones, repetía la última palabra de su frase para que creyera que le estaba escuchando. Táctica 4: Seguir sin escuchar y repetir su última palabra para que siga metiendo la pata.

En fin, todo lo que cuente sobre mobbing, es poco, un machaque psicológico en toda regla. No olvidemos que todo esto era el reflejo de su frustración por no entrar en su juego, por no reflejar emoción alguna, el silencio incómodo que yo le creaba en su despacho hacía que él lo quisiera llenar y ¡bien que lo llenaba! Táctica 5: No hablar, porque puede ser utilizado en tu contra. 

Aquí es donde te das cuenta de lo fuerte que eres y que este individuo está enfermo, loco, quiere humillarte, hundirte, no solo que te vayas de su empresa, sino que te vayas desquiciado por lo que se ve. Claro que, si esto era su artillería pesada, siento anunciar que esta guerra la tenía yo ganada. El débil de ese habitáculo estaba sentado frente a mí. Y después de ese momento, te aseguro que no tuve piedad en mis actuaciones frente al mobbing o acoso laboral. Mientras tanto, fingiría que estaba perdiendo las batallas diarias. Táctica 6: "Fingir" que perdemos.

No iba a consentir perder mi puesto de trabajo por capricho de mi jefe, si me quedaba en la empresa era consciente de que iba a ser un calvario pero, si iba a aguantarlo, que fuera por una buena causa. Me puse un objetivo y decidí protegerme mientras luchaba por conseguirlo.

Y en buena hora decidí que ese día sería el primero de mi protección porque, mientra él disfrutaba del que creía su momento de gloria, mientras me pisaba el cuello, me atacaba mi vida personal, me amenazaba con darme un escarmiento, con sus cachetes en el culo incluídos y sus insinuaciones, cometió un grave error, había elegido a la víctima equivocada, en ese momento yo, le estaba grabando.

2 comentarios:

  1. Qué fuerte todo! Alucino, esto parece propio de una película americana!

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    1. Pero sucede en España, con niños caprichosos y malcriados a los que no le han dado un NO en su vida y que se encuentran con una empresa en sus manos cuando llegan a la edad adulta.

      Muchas gracias por tu comentario G.D.T.

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